viernes, 14 de febrero de 2014

No hay rosas sin espinas

“Todo está convulso”. Así empieza esta serie, a finales del 2012. Un tiempo espasmódico, crispado por los acontecimientos. Crisis marcada por la violencia, la pobreza y el desencanto político. ¿A qué nos recuerda todo esto?. Goya, grabó 202 años antes la serie “Desastres de la guerra”, y en ella visionó los sucesos que estaban aconteciendo. Sin entrar en detalles escabrosos, haciendo hincapié en la tensión y el dramatismo de los hechos. Desastres que hacen mella en las clases sociales mas desfavorecidas. Y él supo ponerse en el lugar de estas gentes que sufrían, que padecían todo el horror de la guerra. Lo que de un modo primordial nos dan los grandes artistas, como Goya, es un enriquecimiento de la visión: nos enseñan a mirar el mundo de otro modo, de una manera más profunda.
           
En esta primera imagen, intento plasmar la situación que vivimos. Todo se tambalea. Para ello hago acopio de una imagen de un terremoto en Chile en los años 30, que me sirve de fondo para insertar las figuras, de la plancha nº 42. Goya dedicó cinco planchas (41,42,43,44,45) para resaltar el hecho de la huida. Escapar de la situación que se les venía encima. Los artistas contemporáneos nunca mostraron estas escenas en sus estampas, quizá por su falta de heroísmo conmemorativo, pero sin embargo estos sucesos interesaron sobremanera a Goya, que les dedicó cinco estampas consecutivas que muestran otra faceta más de los sufrimientos de la población.  

            La idea principal de la serie va encaminada a relacionar los acontecimientos actuales de nuestro tiempo con las estampas que grabó Goya en su serie de “desastres de la guerra”. El interés está en que ambas imágenes se fundan, formen un todo y no se aprecie la separación formal. Que el problema fondo – figura, sea uno. Una conjunción de ambas imágenes potenciadas por el uso del blanco y negro, de la pincelada cortada. No intento esconder la procedencia de las imágenes. Mas bien todo lo contrario, creo que es importante que el espectador sepa de donde provienen las representaciones, para que puedan conectar ambas. Lo llamativo es la actualidad de estas imágenes. Se pueden sacar (recortar) figuras que después se contextualizan en otras escenas diferentes y encajan (pegar) a la perfección. 


            Trataré de avanzar los temas que mas me preocupan, porque esta situación de crisis, es algo que primero lo escuchas, después se lo oyes a un amigo y por último lo cuentas en primera persona. Siempre funciona del mismo modo. Se extiende a todos los sectores de la sociedad. En mi caso y por diferentes razones, esta crisis me está azotando de lleno. Supongo que cuando alguien está afectado, los sentimientos afloran y uno revienta soltando la carga que lleva encima. Pero fundamentalmente me refiero a los valores pictóricos, donde una pintura agresiva, casi violenta, conecta con muchos momentos de la historia y sobre todo, con grandes artistas, que también se han visto afectados. No sólo es Goya, (en su caso la gran aportación está en la serie de desastres), sino también, Munch, Otto Dix, Pollock, Van gogh, Beckmann, Bill Viola... Digamos que existe una correlación entre el tema que estoy tratando y artistas que se han acercado de uno u otro modo. Pero centraré toda mi atención en los desastres. Cada plancha encuentra su referente en la actualidad, es sorprendente como encajan las imágenes unas en otras. Aquí es donde reside mi proyecto, en actualizar y hacer contemporáneas las planchas que grabó Goya hace doscientos años. No olvidemos que hay un aspecto importante, fue la última vez que el pueblo español se levantó contra (en este caso el invasor francés) la barbarie de la sinrazón. En estos momentos, vivimos situaciones apretadas y no causa un efecto de revolución en la gente. Diré que estamos adocenados, que no somos capaces de romper las cadenas que nos están atando a nuestra situación. Valga este proyecto para pensar como reaccionamos en otros momentos en los que también vivíamos tiempos convulsos. Es un proyecto de liberación, no sólo con carácter socio-político, sino también a nivel artístico, dándole a la pintura un papel que le es predominante. Un papel que le es a sí misma.          

La siguiente obra, trata de otro de los temas importantes en la serie de desastres, la pobreza y la consecuencia del hambre. En esta ocasión tomo parte de la escena que Goya plantea en su plancha número 55, bajo el título, lo peor es pedir. El título de esta estampa implica una pregunta previa con dos interrogantes, ¿cuál de las dos actitudes ante el hambre es peor, la prostitución y sus daños morales o la mendicidad y sus secuelas físicas? Goya contestará que lo peor es pedir. El signo del hambre es un hecho real, se puede apreciar en las caras demacradas de estos personajes que sufren de inanición. La violencia destructiva que los seres humanos somos capaces de desencadenar sobre nuestros semejantes no conoce límites. Pero su signo más implacable se localiza en la que se ejerce sobre el cuerpo, expresión sensible, y por ello intensamente visual, de la fragilidad, del carácter quebradizo, de la existencia.

            Escena que evoca la paradoja, de los que tienen hambre en el contexto de la abundancia. Quién no se abochornado alguna vez, al entrar en un gran almacén y ver esos estantes absolutamente repletos de objetos, llamando al pleno consumo, mientras uno piensa que hay muchos que no tienen ni siquiera lo más básico. Tengo la cercanía de una persona que trabaja en un comedor social . Pero no es un comedor al uso, es un comedor para niños. Estamos hablando de la falta de alimentos a niños ¿alguien pensaba hace unos años que esto podía pasar? ¿cuántas veces hemos oído la frase de que en España no se pasa hambre?  Pues sí, la sopa boba ha vuelto. En este país hay gente que pasa hambre.

            Pero si seguimos ahondando en el tema de la pobreza, podemos ver escenas aún mas duras. Como nuestros mayores, que se ven sumidos en la miseria mas absoluta. Justamente esa generación que soportó la guerra y la miseria, siendo niños, ahora, en su vejez vuelven a sentir una segunda época de miseria y mendicidad. Quizás son los que más rápido se acostumbran a esta situación, dado que ya pasaron antes por ello.


            Rebuscando, es buscar por segunda vez. Cada día podemos ver todo un elenco de personajes que se ven obligados a registrar los contenedores en busca de cualquier objeto que se pueda volver a usar, de alimentos, de ropa, de juguetes, de mobiliario... toda una suerte de elementos que encontrar. En esta pieza utilizo la imagen de la plancha número 1, titulada “tristes presentimientos de lo que ha de acontecer”. Esta estampa da inicio a la serie. Napoleón pactó con el rey Carlos IV y Manuel Godoy el paso por España camino de Portugal, lo cual terminó en la invasión de los ejércitos franceses. Los ojos implorantes y las manos extendidas de este personaje simbólico parecen pedir clemencia ante el presentimiento de los acontecimientos que va a crear la Guerra de la Independencia (1808-1814). El fondo es caótico, oscuro, y la figura se encuentra muy cerca del espectador, para así crear más dramatismo. Yo he incorporado de fondo, una imagen actual de una abuela buscando alimentos, “haciendo la compra”, en un contenedor. Es un fondo de contraste a la figura. En un primer momento, pensé en colocar un cartel al mendigo, pero después la imagen de fondo se convertía en la propia explicación del cartel.

            El problema es que la proliferación masiva de imágenes de violencia y destrucción en los medios de comunicación acaba actuando como una especie de narcótico, que acaba produciendo insensibilidad en mayor o en menor grado. Y por eso conviene volver al latigazo de la imagen artística: volver a ver, desde hoy, desde el universo de la imagen mediática envolvente, las imágenes de Goya como expresiones plásticas del dolor y el sufrimiento de los seres humanos de hoy. Fondo y figura se unen en una especie de torbellino sin sentido, donde prima la soledad y el miedo. Trataré de crear una imagen un tanto barroca en su concepto, abarrotando (llenando) el espacio de pinceladas, de tal modo que se forme una “sopa” pictórica. El carácter múltiple y secuencial de las imágenes de los Desastres de la guerra, que comenzaron a ser pasadas a planchas ya en 1810, nos acerca también, incluso en otro plano, el de la reproducción actual masiva de la imagen, a eso que los distintos soportes y medios informativos nos transmiten hoy a cada momento, pero que durante siglos había quedado atenuado en la representación artística: la crueldad sin límites, la inhumanidad.

                A medida que avanza la serie van sumándose mas temas. En este caso se trata de un deshaucio. Estamos cansados de escuchar y ver todos los días, como familias enteras tienen que abandonar sus casas, al tiempo que tienen que seguir pagando la deuda contraída con el banco. No sólo se quedan en la calle sino que encima le pagan la casa al banco, el cual se queda con el inmueble, que posteriormente lo venderá por segunda vez. Un trato redondo por parte de la banca. Ya se sabe, la banca siempre gana. El cuadro recibe el título de “stop” palabra clave que se ha convertido en símbolo para los activistas anti-deshaucios. Pero también lo he titulado “lamento de Arianna”, en referencia a ese madrigal de Monteverdi, donde Arianna se desgarra en un lamento lleno de sufrimiento.

            Dos escenas dentro del mismo cuadro. En la parte superior, un grupo de personas cargan con bolsas, recogen sus últimas pertenencias antes de abandonar la puerta del inmueble. Una riada de pinceladas nos lleva al otro ángulo del cuadro donde se desarrolla la otra escena, en este caso es una mujer (figura de la plancha número 13 titulada “amarga presencia”) que sufre una sujeción por parte de dos individuos, uno de ellos cubierto por un colback, el gorro militar utilizado habitualmente por Goya de forma icónica para identificar a los franceses en las composiciones mas violentas. La representación de la violencia sobre las mujeres es uno de esos temas a los que Goya recurre con frecuencia en la primera parte de la serie. Mujeres representadas como ejemplos de belleza y patetismo. En muchas escenas, como la que ahora comentamos, se sirve de una serie de recursos plásticos que le ayudan a expresar estos conceptos y a dirigir nuestra mirada hacia las victimas. Destaca el protagonismo de las figuras femeninas dejándolas en blanco, enfrentándolas a otras intensamente grabadas y recortándolas sobre fondos oscuros, como si de un escenógrafo se tratase. Por último, comentar la importancia de la lavadora como símbolo. Situada en el centro de la escena simboliza ese movimiento centrífugo en el que todo se repite. Pasado y presente se unen, tanto en lo social, en lo político y en lo pictórico.

           

Ikella
13-JUN-2013
Madrid

No hay comentarios:

Publicar un comentario